César Sánchez Bonifato (periodista argentino):
El arte paraguayo, particularmente el moderno, se podría resumir bajo al rótulo de “Historia de un largo formalismo”. Hoy dos motivos que apuntalan el hecho; por un lado una voluntad de estilo “per se” concebida como único salvoconducto por los artistas; por otro, un desarraigo existencial con el medio, que al mediatizar su inserción en lo nacional, hace que ellos busquen más que la esencia, la anécdota, escogiendo una toponimia guaraní para camuflar una autenticidad que en ellos no pasa de decoración.
Filártiga, que integró desde sus primeras horas los cuadros de renovación estética del país hermano del Paraguay, pasó raudo sobre un surrealismo de esquema picasiano, para afincarse más sólidamente en el dibujo de patéticos contornos expresionistas. Devoto de los grandes muralistas, no solo Siqueiros, Orozco o el proprio Guayasamín, se ha acercado a estructuras barrocas, donde el funcional decorativismo del arte misionero fue invadiendo su estilo, dándole a su arte un mestizaje estético, cuya vibración tropical: exuberancia de líneas, fuerte tonalidad de trazos, y grotescos ensamblamientos de imágenes profusas, le dan lugar proprio dentro del arte latinoamericano.
In: Fólder. Exposición. Sala Maruja Ledesma (Posadas), Argentina, 1977.
El arte paraguayo, particularmente el moderno, se podría resumir bajo al rótulo de “Historia de un largo formalismo”. Hoy dos motivos que apuntalan el hecho; por un lado una voluntad de estilo “per se” concebida como único salvoconducto por los artistas; por otro, un desarraigo existencial con el medio, que al mediatizar su inserción en lo nacional, hace que ellos busquen más que la esencia, la anécdota, escogiendo una toponimia guaraní para camuflar una autenticidad que en ellos no pasa de decoración.
Filártiga, que integró desde sus primeras horas los cuadros de renovación estética del país hermano del Paraguay, pasó raudo sobre un surrealismo de esquema picasiano, para afincarse más sólidamente en el dibujo de patéticos contornos expresionistas. Devoto de los grandes muralistas, no solo Siqueiros, Orozco o el proprio Guayasamín, se ha acercado a estructuras barrocas, donde el funcional decorativismo del arte misionero fue invadiendo su estilo, dándole a su arte un mestizaje estético, cuya vibración tropical: exuberancia de líneas, fuerte tonalidad de trazos, y grotescos ensamblamientos de imágenes profusas, le dan lugar proprio dentro del arte latinoamericano.
In: Fólder. Exposición. Sala Maruja Ledesma (Posadas), Argentina, 1977.
Carlos Verón De Astrada (analista político y abogado paraguayo):
JOEL FILÁRTIGA: CON EL LÁPIZ COMO ARMA DE FUTURO
Remoto, en el límite mismo de lo imaginable. Allí donde presuponemos termina el horizonte, desde el fondo oscuro de la desesperanza, se levanta la luz de quien prorrumpe en el espacio, para conmover los cimientos de lo establecido e inaugurar un surco nuevo. Es el más logrado juego dialéctico que sólo el concurso del talento, como conjuro misterioso de creación y sentimiento, sortea los más difíciles abismos desde donde salvamos la razón de nuestra vida.
Ese es el colosal ambular del artista-sentimiento, que alcanza la cúspide desde el fondo oscuro de la desesperanza, para llegar a ese lugar al que muy pocos llegan, para sembrar el compromiso y la belleza. Es el soldado de la vida!.
La fuerza de los trazos del artista no es casual ni viene de la migración religiosa de las almas. Viene de la gran capacidad de percibir las penurias y combates de quienes padecen los rigores de un sistema que depreda y mata.
El artista soldado, ya venía cabalgando el trajinar de las batallas para salvar su pueblo, cuando le fue arrancado de la forma más brutal, lo más preciado como es el hijo. Pero el jirón macabro provocado por los enemigos de la vida al cual el combatió y sigue combatiendo, no amilanó su espíritu comprometido y abrió los brazos para envolver el genero humano, como extensión sublime de sus afectos inmediatos, y convertirnos a quienes compartimos ideales, en una multitud de hijos.
Y desde ahí se agigantó el soldado artista, para configurar con la palabra y el dibujo, el indescriptible conjuro de la expresión más legítima y fiel de la cruda realidad de su pueblo. Su lenguaje trazado desde el lápiz, se hace fuego acusador de las injusticias y, como pocos, la denuncia política indispensable. La fuerza de sus imágenes tiene el poder de un rayo que mueve muchas fibras para sentir profundo el impuso hacia el grito libertario. Nadie puede quedar indiferente al contemplar sus cuadros, que desde el enmarcado en barro y pólvora, nos interpelan y nos liberan de la abulia, para salir a la calle y denunciar.
La fuerza de sus trazos tiene pocos precedentes. Quizá nos remita al linguaje de Rivera o Siqueiros en América, o a Sorazabal y Guevara en nuestro medio. Por más allá de toda referencia, no podemos negar que asistimos hoy a una propuesta que nos devuelve la razón de nuestra existencia.
In: Fólder. Exposición. Espacio “Miguel Acevedo”. Centro Cultural de la Rivera, Asunción, 2010.
La Poesía y Joel. De los trazos a la palabra
García Lorca decía que la poesía es el misterio de todas las cosas. Y ello debe ser así, porque un lenguage sin poesía, no puede develar los misterios contenidos en lo que se presenta a ser percibido por nuestros sentidos. Por eso el signo poético supone un viaje irremplazable para tocar la esencia. De ahí la elocuencia de la poesía. Pero poesía asumida en su acepción más amplia. Poesía que es capaz de presentarse en múltiples signos, siempre que los mismos develen la expresión más descarnada y profunda del sentimiento, al trasuntar las vibraciones que del mismo resultan.
Estamos hoy presentando al poeta en la expresión más profunda del término. Porque a la militancia poética de Joel, que desde hace mucho tiempo, se viene irradiando desde el fondo de sus fibras, hasta la fecha, en fecundos trazos de lacerantes dibujos, cuya fuerza se impregna de furia irresistible, ilustrando la desgarradora realidad que nos envuelve, se suma hoy el código de la palabra, que si bien, siempre le fue proprio, no se había dado a conecer hasta el presente. Al signo inquebrantable de esos trazos, se suma entonces, en un conjuro mágico la palabra, para verbalizar en una bella síntesis la configuración de la personalidad del artista, que consagró y sigue consagrando su existencia al fragor y la belleza, al compromiso y la mística. En fin, a la ética y la estética.
Además de los poemas de Joel, el libro icluye un poema de Ricardo Mazó que le dedicara. Además, un poema de su entrañable amigo Miguel Angel Caballero Figun, con quien compartió ideales y un poema cantado a dos manos, ambos nacidos en el mismo día, en un arrebato lírico, cuya fuerza denota la intensidad de tanta vida compartida.
Este esperado libro de Joel aparece para dejar clara constancia de su contacto sensible con la vida y los desafíos que tuvo que sortear. Aquí está expresada su sensibilidad genuina y sonora como pólvora doliente que sorteó en su combativa vida, los más duros rigores que de la misma resultan.
En la elocuente síntesis que logra su poesía, basada en la exposión transparente de lo que sus fibras sensibles reportan, sin ningún intento de revestirse de tecnicismo alguno, está presentada en forma pura por eso, la infinita gama de los turbulentos girones que marcaron un vida signada por los desafíos, venturas y desventuras de su inclaudicable lucha por la liberación de su pueblo y sobre todo, la herida irreparable de la pérdida del hijo. En poco espacio, la tragedia, la ironía, la depredación, la explotación, el grito sublevado y la denuncia, impregnan la palabra del poeta.
No deja de sentirse el corazón estrujado cuando el manantial teñido de sangre le colma el vuelo trágico en las vidas sacrificadas de los jóvenes de la plaza en el marzo paraguayo en “Juventud tronchada” que le recrea esa vida sin germinar del amado hijo que le arrancaron las hordas de la dictadura.
Está presente la criminal depredación que está sacrificando el planeta, en “Basura Tóxica”, como lacerante realidad trágica que arriesga la existencia humana, como consecuencia del negro manto en el que nos envuelve un sistema genocida.
Y no faltala la urticante ironía en “Los hombres y la tauromaquia” o “Paola” y como línea central de su formulación, en la mayor parte del volumen, el testimonio.
Es de celebrar entonces esta propuesta, y conociendo la energía iquebrantable del poeta, la firme convicción de que seguirán viniendo otras, como rotunda muestra de que no habrá tiempo ni tormenta que pueda mellar su indomable espítiru de combatiente.
In: FERREIRA, Joel Holden Filártiga. Cantos al marine paranóico. Asunción: Ediciones y Arte S.A., 2010, p. 9-11.
JOEL FILÁRTIGA: CON EL LÁPIZ COMO ARMA DE FUTURO
Remoto, en el límite mismo de lo imaginable. Allí donde presuponemos termina el horizonte, desde el fondo oscuro de la desesperanza, se levanta la luz de quien prorrumpe en el espacio, para conmover los cimientos de lo establecido e inaugurar un surco nuevo. Es el más logrado juego dialéctico que sólo el concurso del talento, como conjuro misterioso de creación y sentimiento, sortea los más difíciles abismos desde donde salvamos la razón de nuestra vida.
Ese es el colosal ambular del artista-sentimiento, que alcanza la cúspide desde el fondo oscuro de la desesperanza, para llegar a ese lugar al que muy pocos llegan, para sembrar el compromiso y la belleza. Es el soldado de la vida!.
La fuerza de los trazos del artista no es casual ni viene de la migración religiosa de las almas. Viene de la gran capacidad de percibir las penurias y combates de quienes padecen los rigores de un sistema que depreda y mata.
El artista soldado, ya venía cabalgando el trajinar de las batallas para salvar su pueblo, cuando le fue arrancado de la forma más brutal, lo más preciado como es el hijo. Pero el jirón macabro provocado por los enemigos de la vida al cual el combatió y sigue combatiendo, no amilanó su espíritu comprometido y abrió los brazos para envolver el genero humano, como extensión sublime de sus afectos inmediatos, y convertirnos a quienes compartimos ideales, en una multitud de hijos.
Y desde ahí se agigantó el soldado artista, para configurar con la palabra y el dibujo, el indescriptible conjuro de la expresión más legítima y fiel de la cruda realidad de su pueblo. Su lenguaje trazado desde el lápiz, se hace fuego acusador de las injusticias y, como pocos, la denuncia política indispensable. La fuerza de sus imágenes tiene el poder de un rayo que mueve muchas fibras para sentir profundo el impuso hacia el grito libertario. Nadie puede quedar indiferente al contemplar sus cuadros, que desde el enmarcado en barro y pólvora, nos interpelan y nos liberan de la abulia, para salir a la calle y denunciar.
La fuerza de sus trazos tiene pocos precedentes. Quizá nos remita al linguaje de Rivera o Siqueiros en América, o a Sorazabal y Guevara en nuestro medio. Por más allá de toda referencia, no podemos negar que asistimos hoy a una propuesta que nos devuelve la razón de nuestra existencia.
In: Fólder. Exposición. Espacio “Miguel Acevedo”. Centro Cultural de la Rivera, Asunción, 2010.
La Poesía y Joel. De los trazos a la palabra
García Lorca decía que la poesía es el misterio de todas las cosas. Y ello debe ser así, porque un lenguage sin poesía, no puede develar los misterios contenidos en lo que se presenta a ser percibido por nuestros sentidos. Por eso el signo poético supone un viaje irremplazable para tocar la esencia. De ahí la elocuencia de la poesía. Pero poesía asumida en su acepción más amplia. Poesía que es capaz de presentarse en múltiples signos, siempre que los mismos develen la expresión más descarnada y profunda del sentimiento, al trasuntar las vibraciones que del mismo resultan.
Estamos hoy presentando al poeta en la expresión más profunda del término. Porque a la militancia poética de Joel, que desde hace mucho tiempo, se viene irradiando desde el fondo de sus fibras, hasta la fecha, en fecundos trazos de lacerantes dibujos, cuya fuerza se impregna de furia irresistible, ilustrando la desgarradora realidad que nos envuelve, se suma hoy el código de la palabra, que si bien, siempre le fue proprio, no se había dado a conecer hasta el presente. Al signo inquebrantable de esos trazos, se suma entonces, en un conjuro mágico la palabra, para verbalizar en una bella síntesis la configuración de la personalidad del artista, que consagró y sigue consagrando su existencia al fragor y la belleza, al compromiso y la mística. En fin, a la ética y la estética.
Además de los poemas de Joel, el libro icluye un poema de Ricardo Mazó que le dedicara. Además, un poema de su entrañable amigo Miguel Angel Caballero Figun, con quien compartió ideales y un poema cantado a dos manos, ambos nacidos en el mismo día, en un arrebato lírico, cuya fuerza denota la intensidad de tanta vida compartida.
Este esperado libro de Joel aparece para dejar clara constancia de su contacto sensible con la vida y los desafíos que tuvo que sortear. Aquí está expresada su sensibilidad genuina y sonora como pólvora doliente que sorteó en su combativa vida, los más duros rigores que de la misma resultan.
En la elocuente síntesis que logra su poesía, basada en la exposión transparente de lo que sus fibras sensibles reportan, sin ningún intento de revestirse de tecnicismo alguno, está presentada en forma pura por eso, la infinita gama de los turbulentos girones que marcaron un vida signada por los desafíos, venturas y desventuras de su inclaudicable lucha por la liberación de su pueblo y sobre todo, la herida irreparable de la pérdida del hijo. En poco espacio, la tragedia, la ironía, la depredación, la explotación, el grito sublevado y la denuncia, impregnan la palabra del poeta.
No deja de sentirse el corazón estrujado cuando el manantial teñido de sangre le colma el vuelo trágico en las vidas sacrificadas de los jóvenes de la plaza en el marzo paraguayo en “Juventud tronchada” que le recrea esa vida sin germinar del amado hijo que le arrancaron las hordas de la dictadura.
Está presente la criminal depredación que está sacrificando el planeta, en “Basura Tóxica”, como lacerante realidad trágica que arriesga la existencia humana, como consecuencia del negro manto en el que nos envuelve un sistema genocida.
Y no faltala la urticante ironía en “Los hombres y la tauromaquia” o “Paola” y como línea central de su formulación, en la mayor parte del volumen, el testimonio.
Es de celebrar entonces esta propuesta, y conociendo la energía iquebrantable del poeta, la firme convicción de que seguirán viniendo otras, como rotunda muestra de que no habrá tiempo ni tormenta que pueda mellar su indomable espítiru de combatiente.
In: FERREIRA, Joel Holden Filártiga. Cantos al marine paranóico. Asunción: Ediciones y Arte S.A., 2010, p. 9-11.
Elsa Troche (periodista paraguaya):
A Joel Filártiga
Caminhar es la Victoria
El sendero no acaba cuando los pies continúan por siempre desmontando la maleza. Arrancando con los poros el muro punzante de espinas que desgarra la piel, la desholla y diseca.
Cada tanto el incendio, el derrumbe, la catástrofe, polvo y piedras sepultando el camino, el fin eterno, definitivo, el sepulcro bajo las rocas, la cueva como tumba, la lápida sellada con raíces inertes, la savia estéril que esculpe su último signo de vida.
Los pies se hunden en las grietas. Bocas tramposas se abren implantando cepos en los tobillos deformes, signo del eterno deambular, abriendo caminos, desmalezando sueños.
El grito del parto después de la muerte. No hay tiempo para el letargo y la espera de otro cuerpo. La esencia regenera sus miembros cercenados. La injerta a despojos esparcidos en las fauces del odio. Y renace el hijo para arrancar con sus manos la corona de espinas. El grito del regreso anuncia el sismo. Otra catástrofe para convertir en polvo la creación de lo oscuro. El vacío. Silencio imprescindible para escuchar el vagido de la vida que nace.
El origen, otra vez. Porque el sendero se cierra y hay que limpiar la maleza. Derribar los fantasmas que alteran el pensamiento. Vencer a la muerte atricherada bajo una lápida de musgo.
Hay que seguir. La muerte es débil cuando se la percibe a tiempo. Su dominio es la carne cansada y malherida. La luz recompone los átomos dispersos en el universo de la inteligencia.
¡Pobre muerte! Su victoria es la putrefacción de un saco de huesos. Su perfume, el hedor de los gusanos carcomiendo células inertes.
¡Caminar es la victoria!
In: FERREIRA, Joel Holden Filártiga. Salmos. Asunción: Augusto Gallegos, 1997, p. 9.
Josefina Plá (periodista, escritora y artista plástica española):
Este médico − artista que constantemente conjuga el ejercicio de su profesión con el de su arte, es uno de los más prolíficos dibujantes de nuestro medio. Su pasión creadora no tiene límites y por ello es que puede darse el lujo de presentar muestras de su producción con una frecuencia que indica bien a las claras su fecundidad creadora.
Encuadrado dentro de un surrealismo de indeclinable vocación barroca, los temas de Filártiga son un constante testimonio contra la violencia y sus composiciones, que en algunos casos casi llegan a lo panfletario, constituyen un contrapunto que puede darse entre un rostro de manifiesta ferocidad y un paisaje plácido de cocoteros.
Dueño de una técnica depurada y de un oficio que se denota en cada trazo, Filártiga no se repite a pesar de que, aparentemente, existe una monotonía temática en sus obras. Pero cada una de ellas es una expresión diferente, una unidad completa, un eslabón de la larga cadena de su producción artística que se remonta a los mediados de la década del cuarenta.
Esta nueva exposición de Filártiga es otra prueba de su talento y de su indeclinable capacidad de trabajo en pro de su personalísima concepción del dibujo como una manera de expresarse plenamente. Los rostros que aparecen en sus obras son los de la vida misma, en sus múltiples facetas, que van desde la crueldad descarnada, de la sevicia gratuita hasta el altruismo que es amor y es convivencia. Tal la cosmovisión que se desprende de este artista cuya trayectoria es bien conocida no solamente en nuestro medio sino también en el exterior.
In: Fólder. Exposición. Centro Cultural Paraguayo Americano, Asunción, 1980.
Este médico − artista que constantemente conjuga el ejercicio de su profesión con el de su arte, es uno de los más prolíficos dibujantes de nuestro medio. Su pasión creadora no tiene límites y por ello es que puede darse el lujo de presentar muestras de su producción con una frecuencia que indica bien a las claras su fecundidad creadora.
Encuadrado dentro de un surrealismo de indeclinable vocación barroca, los temas de Filártiga son un constante testimonio contra la violencia y sus composiciones, que en algunos casos casi llegan a lo panfletario, constituyen un contrapunto que puede darse entre un rostro de manifiesta ferocidad y un paisaje plácido de cocoteros.
Dueño de una técnica depurada y de un oficio que se denota en cada trazo, Filártiga no se repite a pesar de que, aparentemente, existe una monotonía temática en sus obras. Pero cada una de ellas es una expresión diferente, una unidad completa, un eslabón de la larga cadena de su producción artística que se remonta a los mediados de la década del cuarenta.
Esta nueva exposición de Filártiga es otra prueba de su talento y de su indeclinable capacidad de trabajo en pro de su personalísima concepción del dibujo como una manera de expresarse plenamente. Los rostros que aparecen en sus obras son los de la vida misma, en sus múltiples facetas, que van desde la crueldad descarnada, de la sevicia gratuita hasta el altruismo que es amor y es convivencia. Tal la cosmovisión que se desprende de este artista cuya trayectoria es bien conocida no solamente en nuestro medio sino también en el exterior.
In: Fólder. Exposición. Centro Cultural Paraguayo Americano, Asunción, 1980.
JOEL FILÁRTIGA, PINTOR
La precocidad y la autodidaccia señalan, como en muchos otros casos locales, la trayectoria de este artista nacido en 1932, y que en 1950 impresionaba con sus diseños de gran pureza lineal y rica fantasía. Una sensibilidad poco común y una imaginación de orden poético la empujaban insistentemente más allá de los límites de sus posibilidades formativas, a incursionar en el expresionismo, el surrealismo y hasta el abstracto. Pero su entusiasmo y raigal vocación no pudieron impedir que llegara el momento, fatal en toda carrera autodidáctica y en medios como en nuestro, en el que la voluntad de forma se disuelve ante la invasión torrencial de nuevas vivencias. De 1957 data su última muestra, individual, de tónica expresionista surrealista; modalidad esta última de la que puede considerársele precursor en nuestra plástica.
Después de ocho años de circunstancial segregación, regresa de nuevo a la pintura, conecta otra vez con la vocación solo en apariencia relegada. En esta muestra se mezclan trabajos antiguos y actuales. Diseños a tinta o coloreados, entre los cuales apunta a veces tímidamente una intención pictórica, siguen siendo sus características la netitud y la pureza del diseño, donde las formas exigen siempre una definición concreta y se aglomeran en composiciones de onírica complejidad, con seguro sentido del ritmo y el equilíbrio, aún en las señaladas por el más oriental barroquismo. Menos feliz se muestra a veces al manejar el color, aunque muchas de sus obras, donde el logro alcanza la imprescindible integración cromática, prueba que esa limitación es más formatica que esencial.
Las vivencias vocaciones inspiran algunos de los diseños abriendo nuevas perspecticas a esa sensibilidad lírica, con interesante resultado.
Los diseños de Filártiga poseen ese básico impulso sincero que da como cifra la continuidad, y acento personal a un conjunto. No es casual ni circunstancia subalterna, que esta trayectoria señale dificuldades. Que estas se opongan en aparencia en tales casos, es fatal y necesario y también bueno. Ello distingue al artista que busca su próprio camino de aquel que prefiere seguir sendas ya allanadas por otros.
In: FERREIRA, Joel Holden Filártiga. Canto Agonico. Asunción: Ñade Reko, 1994, p. 11-12.
Luis María Martínez (poeta paraguayo):
Joel Filártiga es un intelectual comprometido con su pueblo y con sus afanes, a través de sua poesía, de sus dibujos, de sus pinturas y de sus ensayos. Es más: es vigía orientador en esta hora difícil de nuestra historia, y adelantado soldado de la deseada Segunda Emancipación Americana, en pos de la real independencia económica.
In: FERREIRA, Joel Holden Filártiga. Cantos al marine paranóico. Asunción: Ediciones y Arte S.A., 2010, p. 8.
A Joel, el poeta
Joel Filártiga no es un poeta morigerado como lo son tantos.
Al contrario es polémico, de inesperadas chispas, de frases aparentemente inconexas, de incesantes vituperios, que acuerdan a su escrituración poética una atmósfera de incomodidad, tal como el imprecador lo crea. Es alguien que guerrea siempre contra algo.
Se lo lee por eso premura pero con paisón, como suele hacerse con esas esquelas de peticiones.
Es que da función armígera a la palabra, a la frase, a la idea, como si la vida fuese pleno campo de lidia. Su belleza de fondo es casi anulada por su rudeza de forma. Sucede así con los poetas de contrastes, donde no caben las vacilaciones y donde lo inconcreto no puede germinar.
Pintor de fantasías goyescas, es poeta de parecidas fulguraciones.
Como médico, que así lo es en la vida real, ha mixturado su lenguaje poético con cierta dosis de impronunciables vocablos médicos, como quien diagnostica bien y pronto varios males del país por ese cotidiano hábito profesional.
En pocas palabras: Joel Filártiga es poeta que forzando los cotidianos significantes, hace síntesis de la melodía y la acción, y de su mensaje, el pensado resultado de las inestabilidades de este tiempo.
In: FERREIRA, Joel Holden Filártiga. Salmos. Asunción: Augusto Gallegos, 1997, p. 8.
La fecunda producción intelectual de Joel Filártiga es expresión de su espíritu de combativa solidaridad. De artista vigilante y expectante a los vaivenes de nuestro tiempo, o de testigo talentoso de los hechos que muchos no ven.
De ahí que su pintura como su poesía, al igual que sus ensayos, posean la misma orientación en el orbe del pensamiento, la misma caldeada fisonomía de nuestro tiempo, la posible fisionomía que habrá de adquirirlos en el futuro.
Su arte en general es arte cuestionador, al punzar como una lanza el epicentro de lo que fue o lo que se vive. Y es pintor, a ratos sisados, de aguda percepción de nuestra historia y agudo visionario de nuestra vida.
Así, ha sabido percibir la dinámica de la vida, que es perpetuo flujo o movimiento, de choques, conflictos, de inercia y energía, camino a otros estadios.
Filártiga es, personalidad dialéctica, que ha sabido moldear su arte, dándole el rumbo vertiginoso que tiene luchas más recientes, así como de los derrotados de ayer, que cimentaron con sus vidas, la promisoria realidad que despunta en nuestros días.
JOEL FILÁRTIGA, pintor, poeta, luchador, médico e investigador de nuestra agredida ecología, es uno de los intelectuales más completos del país, de su difícil tiempo nuevo. Fantasioso y fabulador de todo lo bello y conmovedor, es además dinámico atalayador en los tiempos no tan claros de estos días.
In: Fólder. Exposición. Espacio “Miguel Acevedo”. Centro Cultural de la Rivera, Asunción, 2010.
Ricardo Mazo Ugarriza (escritor paraguayo en 20 de febrero de 1986, 10 antes de su muerte, escribió en el bar San Roque, ciudad de Asunción):
Joel
Tu Joel, viva presencia
de una vieja amistad
no transtocada
hace que el tiempo
viva prerenne entre nosotros.
Yo no deseo más
vive tu vida
plácida a veces
y galante otrora,
hoy, para mi
vale tu calidad
de hombre.
Tu Joel, viva presencia
de una vieja amistad
no transtocada
hace que el tiempo
viva prerenne entre nosotros.
Yo no deseo más
vive tu vida
plácida a veces
y galante otrora,
hoy, para mi
vale tu calidad
de hombre.